CANTO DE LAS FLORES.  MALPICA

MES DE MAYO

     Mayo es un mes especial, es el quinto mes del calendario y como se suele decir no hay quinto malo. Suele ser un buen mes por muchos motivos que lo hacen singular; Las aguas de lluvia del mes de mayo son las más esperadas por los agricultores; quizás elegido por la divinidad para alegrarnos un poco la existencia con sus plantas y de estas, sus flores; Al amanecer y atardecer, las aves con sus trinos entre las ramas de los árboles, otras con su incesante vuelo surcan los cielos augurando un clima de temperatura más suave. El espacio se va llenando de diversas aves migratorias que vienen huyendo del tórrido verano africano.

     Es el mes donde la madre naturaleza funde los colores de todas las plantas que viven en la pradera, los ribazos de los ríos, el monte... Tenemos a la humilde amapola, con su color rojo carmesí de sus pétalos, la más espectacular entre todas, llama la atención. La humilde amapola que, en infusiones o en “muñequilla”, tranquilizaba y dormía a los pertinaces niños. También sirven de alimento para cerdos y gallinas. Llegado su mejor momento, antes de la floración la gente salía al campo a por ellas sabiendo del buen provecho que tenía.

     En el mes de mayo se funden los colores y también los olores, unos más acentuados que otros; otro órgano, el olfato, que se nos despierta a la llegada de la primavera. Aquel perfume desprendido de la cebada verde recién segada, llamada forraje, era alimento de las caballerías, que durante el largo invierno solo habían comido paja con algo de grano. Esas mismas caballerías formaban las eras que el campesino preparaba durante el mes de mayo. Las eras, el lugar donde trillaban las mieses que a partir de mayo con sus espigas llenas de grano comenzaban su natural proceso de secado para ser segadas por la hábil mano del segador. El campo paulatinamente iba cambiando de color.

    Según los cristianos católicos, el mes de mayo es también el mes de María, madre de Cristo; un mes dedicado solo a Ella, celebrándose a diario diversos actos que cayeron en desuso hasta el olvido total. En los años 50, durante las tardes nos reunían a todos los escolares en el porche del pozo, junto a la clase que fue la primera del conjunto escolar. Acudíamos para “cantar las flores” junto con el rezo del rosario, era obligatorio, aunque había siempre alguno que se escapaba y los maestros enviaban a otros a buscarle. Pasaban los días y los rezos rutinarios se repetían mecánicamente, lo que nos daba opción a mirar a todo lo que se movía a nuestro alrededor.

     Mientras esto ocurría veíamos al campesino con sus mulas formar la era, continuamente jaleando a los animales para dar vueltas y más vueltas, pisando la tierra cada vez más desmenuzada antes de pasar el rulo para compactarla. El campesino, con el ronzal de larga soga en el centro de lo que después sería la era, manejaba a las mulas como si las estuviera domándolas, vuelta y más vueltas pisando la tierra. Su entorno era de silencio y solo oía las pisadas de las mulas en su caminar o sus mismas voces de jaleo a los animales mientras hasta a él llegaban nuestros rezos y las canciones aprendidas como…

Venid y vamos todos, Con flores a porfía, Con flores a María, Que madre nuestra es.

       ¿ Quién se acuerda de esto ?

EHdelaR  06 mayo 2021