MORRACHES Y ANTIGUOS RITOS

Las raíces ancestrales de Los Morraches surgen del antiguo Carnaval celta, asimiladas más tarde a celebraciones romanas y finalmente incorporadas a las festividades católicas.

Esos antiquísimos ritos representaban mitos relacionados con la fertilidad de la tierra, las fuerzas de la naturaleza, la vida animal y el ciclo de las estaciones del año. Solían realizarse cuando el frío del invierno comenzaba a declinar, y la vida vegetal y animal empezaba a renacer tras el letargo invernal; en un margen de fechas entre mediados de enero y el Carnaval. En Carpio, por ejemplo, los Morraches salían para San Blas.

 

Chant 2

La afinidad de los Morraches con el Carnaval resulta evidente en las ropas, en los cencerros, en las máscaras y en su función como personajes grotescos e irreverentes que se permiten romper las normas del respeto “asustando” a todo el mundo, lo que debe ser aceptado por todos como parte del código de la fiesta. Un elemento central son los disfraces. Al disfrazarse, las personas rompen con su rol habitual y entran en el ambiente lúdico del juego y de la diversión. Las máscaras (enmascarado = descarado) facilitaban más aún el abandono de la seriedad diaria para fundirse en la alegría de la fiesta.

Tenían también el sentido de ritos de iniciación que marcaban el paso de la adolescencia a la edad adulta en las sociedades tribales. Y en los Morraches también se conservaban algunos rasgos de esa función. Tradicionalmente los Morraches eran los quintos; y ese destacado papel en la fiesta del Santo era uno de los ritos permisivo que habían de realizar durante su año de protagonismo en el pueblo.

Con el fin de "la mili" los quintos perdieron su principal razón de ser. Y desde hace ya mucho tiempo, cualquiera puede vestirse de Morrache. Y ese carácter abierto y libre de la participación en el rito, es uno de los rasgos propios y diferenciales de nuestra fiesta que genera atracción colectiva y que distingue a los Morraches de Malpica de la mayoría de las Mascaradas de Invierno.

Esta tradición tan antigua mantiene en Malpica todo su vigor capaz de congregar a todo el pueblo: creyentes y no-creyentes. Pues las energías básicas de la naturaleza (la germinación, la reproducción, el nacimiento, la muerte) son fuerzas que condicionan y encauzan nuestra existencia; ya pensemos que son solo naturales, ya creamos que están regidas desde lo sobrenatural.

Vestirse de Morrache es una experiencia en la que cada uno siente que anula su individualidad, su YO, para fundirse con TODOS en el grupo. Las máscaras eliminan el rostro, la identidad. Los trajes iguales y extravagantes borran todo rasgo personal. Precisamente uno de los objetivos lúdicos de un Morrache es que nadie pueda reconocerle: procuran no salir disfrazados de su casa, distorsionan la voz, intercambian caretas, cachiporras y calzado..., incluso algunos se ponen lentillas para cambiar el color de los ojos, única parte visible y reconocible de su anatomía....

El trote acompasado y el estruendo pautado de los cencerros, además de aportar ruido y jolgorio a la fiesta, hacen que el Morrache se sienta todavía más engullido por el grupo. Cada uno sabe que está haciendo sonar sus cencerros, pero no puede escuchar su propio sonido; solo oye el ruido atronador del conjunto. Y de alguna manera percibe, o intuye, que es parte de un rito colectivo que pervive desde sus ancestrales orígenes en ceremonias tribales.

Paco Corral                                                                                                     (28/01/2022)

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Localización

Los Morraches de San Sebastián: Fiesta de Interés Turístico Regional

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