LOS VIAJEROS DE LA VISPERA DE LA FIESTA DE LAS NIEVES. MALPICA

LOS VIAJEROS EN LA VÍSPERA DE LAS NIEVES. MALPICA

   4 de agosto de 1952, el día escogido por Luis de la Llave para ir a Malpica, su pueblo, después de estar ausente desde el comienzo de la guerra civil, unos 16 años que no tuvo contacto con nadie, ni siquiera con su familia que permaneció en el pueblo. Su destino fue la cercana Ávila, donde se casó y tuvo hijos, llevando una vida tranquila y relajada tanto en lo laboral como en lo familiar. Un buen día pensó que la fiesta de Las Nieves podría ser una buena causa para acercarse y pasar unos días con sus familiares y amigos a los que echaba de menos. Le llevó varios días preparar el viaje mentalizando a su familia, Pepa Medrano y sus hijos, Juan y Sonsoles, dónde iban y el motivo de hacer un largo viaje. 

   A medida que se acercaba la fecha de partida los nervios afloraban, no era para menos, pues estuvo separado de sus padres y hermanos muchos años. Luis pensaba mucho en ellos, en sus antiguos amigos… ¿Cómo estarán? Se decía, ¿y el pueblo, habrá cambiado mucho? Pronto lo comprobaría.

   Llegó la fecha de partir, y la familia con el equipaje llegaron a la estación de ferrocarril, donde tomaron el tren que en dos horas llegaría a la estación de Príncipe Pío de Madrid. Tuvieron que madrugar mucho para enlazar con otro tren en la conocida estación de Las Delicias que los llevaría hasta Erustes. El tren de Ávila a Madrid era de cierto confort, era de compartimentos cerrados y asientos acolchados corridos a ambos lados, incluso les permitió dormir, pues el día sería largo. Ya en Delicias se oyó un pitido del jefe de estación y una voz... “Viajeros al tren”.

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Luis y su familia subieron al convoy y se acomodaron en unos asientos duros de tablas de madera, muy distintos a los del tren que tomaron en Ávila; estos asientos se disponían a cada lado de un pasillo central y en extremo del vagón había un pequeño habitáculo donde estaba el maloliente WC. Era el nombre que tenía rotulado en la puerta y todo el que viajaba sabía de qué se trataba. 

 

 

 

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 Una vez sentados que por la pesadez del viaje dieron alguna cabezada por la incomodidad de los asientos de este tren, cuya máquina era de vapor, despidiendo gran cantidad de humo negro y maloliente, obligando a cerrar ventanas; el calor era sofocante. Después de un viaje lleno de penalidades por el calor, el humo, el ruido provocado por el mismo tren, el malestar de unos asientos, el mal olor ambiental, etc., este convoy disminuye su marcha y lentamente hace su entrada en la estación de Erustes, la más cercana a Malpica. Unos gorriones en el tejado de la estaciónemprenden el vuelo espantados por la ruidosa llegada del tren. Perros vagabundos merodean por la estación en busca de un mendrugo de pan de algún generoso viajero. Unos se apean porque es su destino y el resto permanecen en sus asientos, excepto aquellos que saltan al andén para estirar un poco las piernas. Los gorriones después de revolotear por los alrededores vuelven a su tejado. 

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  Luis y su familia están en el andén donde le esperaba Hilario, uno de sus hermanos que acudió con el carro tirado por mulas a recoger a los viajeros. La alegría de ambos fue inmensa al verse después de tantos años; un abrazo eterno hizo que recuperaran ese cariño fraterno que el tiempo parece que no borró. Luis presentó a su familia y se dispusieron a realizar el viaje que sería más duro aún por el medio de transporte y el abrupto viejo camino de la barca de Malpica a Erustes.

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El tren se aleja despacio hacia su destino, vomitando humo, ennegreciendo el horizonte, cada minuto que pasa el “chacachá” se oye menos. Mientras, los gorriones ajenos al ruido del tren, siguen sobre el tejado con su eterno piar.

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Después de un largo viaje por los vericuetos del camino maltrecho y tortuoso como venas entre los yermos y despoblados campos de Castilla, los sudorosos viajeros bajando la cuesta y llegando al caserío de Tejeros, distinguen a lo lejos un reguero serpenteante de grandes álamos acompañando al curso de las limpias aguas del río Tajo. Detrás está la villa de Malpica.

PARONAMICA DE CASTILLO

Qué recuerdos le venían a Luis al ver el castillo, la iglesia, el puente, la fuente … Algunas lágrimas se le caían por su sudorosa faz. Poco había cambiado, menos la iglesia, todo estaba igual que como él lo dejó. Por el camino explicaba a su familia cómo era el pueblo, el castillo … Les contaba las fiestas como eran: las misas solemnes de la Virgen de las Nieves, las procesiones, los bailes en la plaza y los “puestos” que los feriantes colocaban para vender sus cosas, así como “las Barcas”, "el Güitoma” y otras atracciones novedosas. Les preparaba para pasar una buena fiesta. Les explicó donde se bañaba la gente en las frescas y cristalinas aguas del Tajo: había dos zonas que siempre estaban concurridas de bañistas y curiosos, una debajo del puente y la otra en la zona del Peñón, aunque la zona comprendida, entre la curva al sureste del puente y pocos metros aguas arriba del Peñón, el lecho del río era un arenal.

Llegando a la casa de los padres de Luis, toda la familia y amigos les estaban esperando, los abrazos, besos, saludos se sucedieron durante unos minutos… es indescriptible la escena del reencuentro de toda una familia. Estaban todos alegres y gozosos de verse. Los abuelos, Paco y María, abrazaban a sus nietos que no conocían, también a Pepa, la esposa de Luis, los hermanos... Fue un momento de fusión de alegría y el sentimiento de nostalgia de viejos tiempos con las preguntas continuas por saber cómo habían sido sus vidas durante tantos años separados. Una estampa que todos los años se producía cuando la gente viajaba menos. Estos encuentros se celebraban con opíparas y copiosas comidas donde el vino y la limonada nunca faltaba. Todo fuera por agasajar al hijo que se fue y que volvía a su hogar.

Este escenario es el mismo de muchas familias que emigraron hacia otros lugares en busca de trabajo que mejorase sus vidas; todos vuelven a su pueblo porque sienten la tradición disfrutada desde pequeños. Luis, Pepa y sus hijos nunca olvidarán la fiesta, y es seguro que volvieron más veces para seguir la tradición de sus antepasados.   Igual que ellos, fraternicemos y tratemos de pasar unas buenas fiestas entre bailes, diversión y refrescos en las noches calurosas de esos días. Os deseo que paséis unas felices fiestas de las Nieves ¡¡

EHdelaR   17 julio 2022

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