LA GRANJA DE “EL ÁGUILA”.   MALPICA

      Hoy nos vamos de visita a una granja.  ¿Qué os parece la idea?  Pero no es una granja cualquiera como las que están concertadas para que las visiten los colegiales, donde los más pequeños se lo pasan en grande porque observan animales y cosas del campo que antes no habían visto. Cuando vuelven a casa vienen locos, de contentos por la experiencia que han tenido con animales, plantas, herramientas y aperos del campo.

       La granja que vamos a visitar es la que llaman en Malpica, la granja de “el Águila”, sí, la de Alejandro Pavón y su familia. De esa granja solo quedan restos de escombros, ubicada en la frontera entre el monte de Bernuy y Vaqueril Bajo o “Parjarquemao”, en el camino que conduce a los otros Vaqueriles, Peladillo, la Magdalena… era el antiguo camino de Navalmoral de Valdepusa a la barca de Cebolla, que ya vimos en el relato de los Caminos de Malpica.

 
     Fue la primera granja en Malpica, que promovió, construyó y puso en marcha “el Águila” sin subvenciones ni préstamos de los bancos. La única ayuda económica que tuvo fue la de su primo Valentín Martín, un madrileño al que le gustaba mucho el campo, levantó este pequeño complejo agrícola. Los dos con sus familias hicieron no una granja, aquello fue un centro agropecuario bien planeado con una capacidad productora enorme a pesar de no estar mecanizada. No contaba con los medios automáticos, algunos robotizados, que hoy día tienen dichos centros, ni energía eléctrica, ni paneles solares. Cuando llegaba la noche, la luz era de candiles de aceite y mecha o unas pequeñas lámparas de carburo.

       Todo era muy rudimentario, donde la mano de obra y la pequeña herramienta era esencial, lo único que había.  El conjunto agropecuario constaba de una granja de pollos y gallinas, dos naves de unos 80 m² en total y un pequeño almacén para el pienso. Las naves tenían un gran patio alambrado donde los pollos y gallinas en libertad pasaban gran parte del día. Una cuadra para dos mulas, una pocilga o cochiquera para cerdos con otro almacén de grano que estaba sobre ella. 

      Había una  casa de dos plantas y otra más pequeña para el granjero y delante de estas viviendas un patio con unos pequeños muros junto al camino. Un pozo donde sacaban el agua con garrucha, soga y cubo y al lado unas conejeras donde se criaban los conejos de campo que lograban cazar vivos. La granja estaba en el monte, solitaria, donde muy temprano se oían pasar a los “colonos” en carros que iban a trabajar en sus tierras de los Vaqueriles. Los “Corcoyas”, “Zapatilla”, los “Rancheros”, “Chavo”, los “Cachichis”, los “Lisardos” Joaquín Pavón… y otros.  Al atardecer volvían a pasar con sus carros de vuelta a sus casas de Malpica.  Así todos los días.

    Entre la casa y el río Pusa había una tierra dedicada a cultivos de huerta; unos bancales de alfalfa, otros dedicados al maíz, algodón, hortalizas; líneas o divisiones entre cultivo con árboles frutales. Contaba con un pozo más motobomba y canales de riego, aún se pueden ver. Más arriba de la granja hay otras parcelas que se dedicaban al cultivo de cereal. La granja era algo especial, producía de todo y de una calidad excelente dentro de lo que hoy llaman productos ecológicos.

     Este centro era autosuficiente para personas y animales en invierno y en verano. Aparte de “el Águila“, como le gustaba que le llamaran y su familia, estuvo trabajando un tiempo el “tío Tato” y su familia. Estuvo también Virgilio Vaquerizo, “Cuquili” y su mujer, creo que en aquellos años estaban recién casados. Estaba Gregorio Fuentes “Goyo”, muy joven, aúnestaba soltero. Todos tenían su trabajo asignado, incluso los más chicos. En verano el valle del Pusa se llenaba de vida con la llegada de los madrileños, Vicente Martín y su familia pasaban los días calurosos entre las sombras de las encinas y fresnos junto al agua de los charcones del Pusa.

Fueron años de mucho trabajo para todos ellos a lo largo de varios años, 7  u  8 años, después se fue dejando para tener un final como todas las cosas; los de Madrid dejaron de venir o venían poco; El “Águila” y su familia se trasladó a su casa de Malpica porque era otro tipo de vida; las viviendas e instalaciones entraron en ruina al cabo de los años y hubo que demolerlo años después.  Esta historia de pocos años ocurrió en la década de los 50 del siglo XX, años de muchas carencias, reminiscencia de las secuelas de una guerra y la falta de progreso que se iba introduciendo en las casas muy despacio.

Un recuerdo cariñoso para “el Águila”, fue mi segundo padre, buena persona, trabajador, generoso, querido por todos, y también bromista con buenas anécdotas que habrá que contar. Su paso por Malpica no fue en balde, es recordado por muchos vecinos.  En sus últimos días de vida, el dolor no le abandonaba y no dormía en las noches, eran muy largas para él y yo le decía <Tío, tiene que dormir para que descanse>, su respuesta siempre era <Quien duerme mucho, vive poco>.

EHdelaR.   15 Nov. 2020